jueves, 21 de noviembre de 2013

arte del siglo vxll


Abarca todo el siglo XVII y parte del XVIII. Contrasta con el renacimiento y se caracteriza por lo irregular y lo complejo que es. Constituye la respuesta estética de las circunstancias religiosas (guerras de religión y contrarreforma), políticas (absolutismo) y económicas (mercantilismo).

Los arquitectos fueron requeridos por los monarcas absolutos para construir mansiones que fueran el reflejo de su enorme poder, por ejemplo, el Palacio de Versalles. El Protestantismo, surgido en el siglo anterior, se opuso al Catolicismo, dispuesto a defender sus dogmas. La Iglesia Católica mostraba una fastuosa decoración que tuvo como objetivo oponerse de forma consciente y voluntaria a la austeridad de los templos protestantes, en los que no había imágenes. Las obras de arte eran encargadas por la nueva burguesía y reflejaban un sentimiento más intimista y cotidiano (retratos, temas domésticos, flores…)

El Barroco propuso nuevos valores estéticos en los que predominaba:

1-    El movimiento, con la utilización de las formas curvas, de lo cóncavo y lo convexo. Ej. Columnas salomónicas.
2-    La luz y el color, más que el dibujo, para crear formas. Los contrastes muy fuertes entre luces y sombras.
3-    El realismo en las representaciones, con el objetivo de hacerlo de forma que emocione o sorprenda el espectador.
4-    El gusto por lo teatral y escénico. El arte barroco está lleno de simbolismos como un decorado teatral que pretende introducir al espectador en el mundo de los sentimientos y las sensaciones.
















MUSICA DELSIGLO XVll

 La música evoluciona hacia la policoralidad: composiciones para varios coros -excepcionalmente, hasta dieciséis voces-. Destaca una voz de solista con melodías que rompen la unidad renacentista. También se desarrolla el bajo continuo, que ya no será una voz más, sin abandonar la polifonía tradicional. La música de órgano mejora con nuevas técnicas de construcción. En el primero destaca Francisco Correa de Arauxo


   Aunque se ha perdido mucha música de esta época, consideramos que muestra un carácter genuinamente español.

   En la vertiente religiosa destaca Sebastián de Vivanco (?-1622), autor de motetes, López de Velasco (1584-1659), Juan del Vado (fl.1634) o Juan García de Salazar (?-1710). Los géneros fundamentales son los Villancicos, los Misereres y las Lamentaciones de Semana Santa.

   El tiento, acaso heredado de los vihuelistas, nace como combinación de acordes y melodías rápidas, para terminar significando ensayo o estudio.

   También la música profana tiende al solo con acompañamiento instrumental. Otra modalidad, la música escénica, se entrevera con el teatro español, entre cuyos actos se ofrecían obras musicales. Más vinculadas a la corte que al pueblo nacen las óperas

zarzuelas







LOOK SIGLO XVll

Durante parte del siglo XVII se instauró el rococó, una corriente artística que también influenció las vestimentas y peinados, además de ir acorde con la mentalidad de la época. De hecho, la ostentación y las ganas de mostrar las posesiones que tuvieron los reyes absolutistas son las que les llevaron a su ruina y muerte pues el pueblo se reveló, como les pasó a Luis XV y a María Antonieta. Fue, pues, una época en la que los mejores tejidos y los grandes volúmenes tuvieron protagonismo; y los peinados y tocados llegaron a ser los más exagerados de la historia.
tocados del siglo XVIII
Peinados del siglo XVIII
Para crear estos peinados tan elevados, pues algunos llegaron a medir más de 50 cm de altura, se colocaban una estructura sobre la cabeza a base de alambres, algodón o estopa, envuelta posteriormente por el propio pelo. Fijaban el peinado con una especie de pomada, llamada pormatum, que sujetaba el cabello, este mantenía la forma durante largos periodos de tiempo, también gracias a las primeras horquillas. Además, se cubría el cabello con polvos blancos para darle un aspecto más claro.
primeros peinados
Francia fue el primer país en crear tendencia
Pero, por lo visto, estas grandes estructuras no eran suficientes. No conformes con todo esto, se colocaban ornamentaciones en el cabello que iban desde las plumas a los tocados o sombreros que con el tiempo se fueron exagerando cada vez más; se ha descubierto que incluso algunas mujeres llegaron a llevar maquetas de barcos, jaulas con pájaros vivos o jardines. ¿Imagináis semejante peso sobre la cabeza? Pues esta no es la parte más sorprendente.
Lógicamente, el peinado no se desmontaba cada poco tiempo sino que podían tardar meses e incluso años en lavarse el cabello y, debido a esto, se formaban nidos de arañas, piojos o bichos. Se inventó la piojera, que se creaba en oro o plata, una herramienta para rascarse la cabeza y combatir así los picores. Como veis mucho lujo y poca higiene.
tocado barco
Cualquier cosa servía para decorar el peinado
satira
Sátira en forma de dibujo sobre la altura de los peinados
Maria Antonieta fue uno de los personajes más influyentes en la moda de la época, pues llevaba siempre las últimas tendencias en vestidos y peinados, los mejores complementos y los materiales más caros.
 t9ocado de plumas
Maria Antonieta con tocado de plumas
En la película americana sobre Maria Antonieta del 2006 podréis ver una muy buena adaptación de los peinados y vestidos del siglo XVIII; de hecho este film ganó un Oscar al mejor diseño de vestuario.
 pelicula siglo XVIII

Lo más común consistía en polvo como base para la cara, el cuello y pecho, siempre blanco porque no era apropiado para la realeza verse moreno o bronceado.
Las cejas se oscurecían para remarcarlas y utilizaban colores fuertes para el rubor, aunque no como en la actualidad que se busca acentuar los pómulos; en esa época cubrían todas sus mejillas con tonos intensos.
Los labios, entre más pequeños mejor, del mismo tamaño en el labio superior que el inferior, de tal forma que al cerrarlos se viera como “una rosa que florecía”.
Y las clases más acomodadas utilizaban pelucas, grandes y con peinados muy complejos, tan altos como se pudiera y adornados con plumas de aves, joyas auténticas o flores de seda.
Algunas personas elegían el tono de su cabello natural, pero la mayoría, tanto hombres como mujeres, preferían las de color blanco o gris.
En ese siglo, París se convirtió en la capital de la moda, y desde entonces es uno de los lugares que dictan las tendencias que seguirá el mundo entero.
Una característica muy común de esa época era ponerse lunares falsos hechos de terciopelo en alguna parte del rostro o en el escote.
Fue tan importante el uso de lunares que se convirtió en un lenguaje propio para los hombres, que también los utilizaban. Por ejemplo, si el lunar estaba en la nariz, el hombre era impertinente; en los ojos, apasionado; en la comisura de los labios, besucón; en la mejilla, galante; entre la boca y la barbilla, discreto; en un párpado, ladrón.
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El maquillaje en la época de la famosa María Antonieta era todo lo contrario a lo que las mujeres utilizamos hoy en día, pues las mujeres buscaban verse casi débiles y tan pálidas como fuera posible, los escotes eran muy pronunciados, pero la ropa ocultaba el resto del cuerpo.
Lo más común consistía en polvo como base para la cara, el cuello y pecho, siempre blanco porque no era apropiado para la realeza verse moreno o bronceado.
Las cejas se oscurecían para remarcarlas y utilizaban colores fuertes para el rubor, aunque no como en la actualidad que se busca acentuar los pómulos; en esa época cubrían todas sus mejillas con tonos intensos.
Los labios, entre más pequeños mejor, del mismo tamaño en el labio superior que el inferior, de tal forma que al cerrarlos se viera como “una rosa que florecía”.
Y las clases más acomodadas utilizaban pelucas, grandes y con peinados muy complejos, tan altos como se pudiera y adornados con plumas de aves, joyas auténticas o flores de seda.
Algunas personas elegían el tono de su cabello natural, pero la mayoría, tanto hombres como mujeres, preferían las de color blanco o gris.
En ese siglo, París se convirtió en la capital de la moda, y desde entonces es uno de los lugares que dictan las tendencias que seguirá el mundo entero.
Una característica muy común de esa época era ponerse lunares falsos hechos de terciopelo en alguna parte del rostro o en el escote.
Fue tan importante el uso de lunares que se convirtió en un lenguaje propio para los hombres, que también los utilizaban. Por ejemplo, si el lunar estaba en la nariz, el hombre era impertinente; en los ojos, apasionado; en la comisura de los labios, besucón; en la mejilla, galante; entre la boca y la barbilla, discreto; en un párpado, ladrón.
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El maquillaje en la época de la famosa María Antonieta era todo lo contrario a lo que las mujeres utilizamos hoy en día, pues las mujeres buscaban verse casi débiles y tan pálidas como fuera posible, los escotes eran muy pronunciados, pero la ropa ocultaba el resto del cuerpo.
Lo más común consistía en polvo como base para la cara, el cuello y pecho, siempre blanco porque no era apropiado para la realeza verse moreno o bronceado.
Las cejas se oscurecían para remarcarlas y utilizaban colores fuertes para el rubor, aunque no como en la actualidad que se busca acentuar los pómulos; en esa época cubrían todas sus mejillas con tonos intensos.
Los labios, entre más pequeños mejor, del mismo tamaño en el labio superior que el inferior, de tal forma que al cerrarlos se viera como “una rosa que florecía”.
Y las clases más acomodadas utilizaban pelucas, grandes y con peinados muy complejos, tan altos como se pudiera y adornados con plumas de aves, joyas auténticas o flores de seda.
Algunas personas elegían el tono de su cabello natural, pero la mayoría, tanto hombres como mujeres, preferían las de color blanco o gris.
En ese siglo, París se convirtió en la capital de la moda, y desde entonces es uno de los lugares que dictan las tendencias que seguirá el mundo entero.
Una característica muy común de esa época era ponerse lunares falsos hechos de terciopelo en alguna parte del rostro o en el escote.
Fue tan importante el uso de lunares que se convirtió en un lenguaje propio para los hombres, que también los utilizaban. Por ejemplo, si el lunar estaba en la nariz, el hombre era impertinente; en los ojos, apasionado; en la comisura de los labios, besucón; en la mejilla, galante; entre la boca y la barbilla, discreto; en un párpado, ladrón.
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Lo más común consistía en polvo como base para la cara, el cuello y pecho, siempre blanco porque no era apropiado para la realeza verse moreno o bronceado.
Las cejas se oscurecían para remarcarlas y utilizaban colores fuertes para el rubor, aunque no como en la actualidad que se busca acentuar los pómulos; en esa época cubrían todas sus mejillas con tonos intensos.
Los labios, entre más pequeños mejor, del mismo tamaño en el labio superior que el inferior, de tal forma que al cerrarlos se viera como “una rosa que florecía”.
Y las clases más acomodadas utilizaban pelucas, grandes y con peinados muy complejos, tan altos como se pudiera y adornados con plumas de aves, joyas auténticas o flores de seda.
Algunas personas elegían el tono de su cabello natural, pero la mayoría, tanto hombres como mujeres, preferían las de color blanco o gris.
En ese siglo, París se convirtió en la capital de la moda, y desde entonces es uno de los lugares que dictan las tendencias que seguirá el mundo entero.
Una característica muy común de esa época era ponerse lunares falsos hechos de terciopelo en alguna parte del rostro o en el escote.
Fue tan importante el uso de lunares que se convirtió en un lenguaje propio para los hombres, que también los utilizaban. Por ejemplo, si el lunar estaba en la nariz, el hombre era impertinente; en los ojos, apasionado; en la comisura de los labios, besucón; en la mejilla, galante; entre la boca y la barbilla, discreto; en un párpado, ladrón.
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INICIOS MODA SIGLO XVll

Siglo XVII

En esta época domina la moda francesa tanto en hombres como en mujeres. Se utilizaban los calzones cortos con medias de seda, chupa y casaca que, a mediados del siglo, se vuelve más reducida y con pliegues laterales hacia atrás y mangas estrechas.
 Con la caída de la dinastía francesa vuelve el traje simple y se llevan calzones ajustados hasta media pierna, chaleco, corbata y casaca, faldones con cuello alto y vuelo, pelucas empolvadas y rematadas por un lazo, incluso sombreros de tres o dos picos.
 Después de la revolución, se deja el cabello largo y liso, sombreros de copa alta cónica o en tubo, con alas cortas y más tarde zapatos con tacón de color al que se añaden lazos o hebillas y botas altas con vueltas.
 La mujer viste con painers o verdugados anchos y aplastados en los dos frentes, corpiño acorsetado y escote con gasas o encajes. 
Polonesas, batas con cuello de encaje y manga larga. En el traje francés, corpiño puntiagudo, mangas abolladas, faldas rectas y abiertas, que luego son drapeadas con polizón y larga cola. Cuello doblado, mangas tirantes hasta el codo con chorreras. Junto con la revolución desaparece el vuelo de la falda y se imita a las vestiduras clásicas: talle alto, chaquetilla corta con manga larga, falda con pliegues, grandes escotes, chales y guantes largos. En cuanto al peinado, hacia atrás con rizados que luego se hacen más altos y voluminosos con tirabuzones, lazadas y plumas. Bonetes y sombreros de alas anchas. 
Zapatos con tacón alto y punta estrecha, y luego de algún tiempo se pasaron a los bajos.